Traducir al lenguaje del corazón
Aunque es posible ver tras todos los actos un intento de cubrir una
necesidad, hemos aprendido otra forma de mirar. Esa forma de mirar nos dice que
los actos están bien o mal, que son consecuencia de una voluntad benigna cuando
los evaluamos como buenos y que por el contrario, aquellos que evaluamos como
malos, responden a una voluntad maligna. Si miramos desde esta perspectiva nos
alejamos de la vivencia de la compasión: nuestros pensamientos nos conducirán a
juzgar, etiquetar, comparar, negar nuestra responsabilidad, acusar,
defendernos…
Emitir juicios moralistas, aunque puedan satisfacer algunas de mis
necesidades (autoafirmación, espacio, desahogo), bloquean la compasión y
dificultan la satisfacción de la necesidad de conexión con otras personas o
conmigo mismo. Al mismo tiempo, paradógicamente, nos ayudan a saber algo más
sobre las propias necesidades.
Cuando usamos juicios:
I.
Nos deconectamos y será menos probable que identifiquemos o pensemos en
términos de necesidades
II.
Si no
conectamos con la necesidad o necesidades específicas, será improbable que
podamos satisfacerla.
III.
Es menos
divertido que identificar nuestras necesidades
Cuando traducimos
nuestros juicios a necesidades:
I.
Podemos hablarle a otras personas de nuestras necesidades siendo más
probable que estemos en conexión
II.
Podemos
escuchar los juicios de otra persona y traducirlos en necesidades si queremos
crear más conexión con ellas y tener más compasión con su dolor.
Puedo poner mi atención
en ideas, pensamientos, juicios o puedo poner mi atención en los sentimientos,
las necesidades y los valores que hay detrás de lo que veo.
Hay tres formas de
conectarme con mis necesidades:
1.
A través de poner atención en los actos,
que nos hablan de ellas: Estoy en la biblioteca y escucho a la gente hablar
(Observación): Estoy necesitando... (Necesidad)
2.
A través de poner atención en los
juicios: “¡Qué gente más irrespetuosa! ¿No se dan cuenta de que
aquí se viene a trabajar?” (Juicio) Es importante para mí ahora... (Necesidad)
3. A través de poner
atención en nuestros sentimientos, agradables o desagradables: Me siento
inquieto y molesto (Sentimiento) porque lo que quiero es... (Necesidad)
Nombrar sentimientos y
relacionarlos con las necesidades es un trabajo para toda la vida.
Una habilidad para
mejorar nuestra compasión es conectar con nuestros sentimientos que nos
conducen a nuestras necesidades. El problema es que hemos aprendido a
omitirlos. A algunas personas nos cuesta esfuerzo conectar con ellos, otras
piensan que no existen o que es mejor omitirlos. La verdad es que están ahí y
son una gran información que podemos aprender a no sentir, pero siempre podemos
volver a conectarnos con ellos, porque nunca dejan de acompañarnos a lo largo
de nuestra vida. Desde los principio de nuestra socialización nos enseñan a
obedecer, a comer cuando es la hora, a ir al cole cuando toca, a dormir a la
hora: en este sentido puedes llegar a la conclusión de que sentir sueño,
hambre, pavor por ir al cole y separarte de tu madre…, es in impedimento para
tu bienestar: sentir es un problema. Por otra parte, ¿Qué opina tu cuerpo de
comer a las 14h o de ir a dormir a las 21h o despertarse a las 8h? Aprendemos a
no escucharlo, a omitir la información que él nos da. Alguien podría decir: "Estar
constantemente en contacto con mis sentimientos implicaría ser demasiado
responsables". Cuanto más pongo mi conciencia sobre mis sentimientos, más
conexión conmigo misma puedo tener. Cuanto más siento mis sentimientos, más
puedo entender como soy yo y cómo puedo satisfacer mis necesidades. Tener una
relación profunda de nuestros sentimientos potenciando este “músculo”, nos
ofrece un cambio en el propósito y el sentido de nuestras vidas.
Observar, diferenciar lo
que está pasando de lo que me cuento que está pasando, puede ser otra forma de
conectar con mis necesidades. Hacer esta diferenciación implica un ejercicio de
conciencia, de desidentificación, las cosas son como son (lo que observo) y lo
que yo estoy necesitando es... Se trata de pasar del lenguaje de la culpa, del
tú, al lenguaje del yo, que estoy queriendo yo.
Estar en contacto con
nuestras necesidades nos puede ayudar a estar en conexión con nosotr@s misma@.
Aunque en algún momento odiemos las estrategias con las que intentamos
satisfacer nuestras necesidades, podemos estar en contacto con nosotras mismas.
Claves de las
necesidades:
1.
¿Qué son verdaderamente las
necesidades?: ¿Cómo llamas a algo que no tiene necesidades? ¿Qué son y para qué
sirven? Algo que no tiene necesidades está muerto, las necesidades son impulsos
vitales, el regalo de la vida, la vida en su condición. Esta es la razón por lo
que conectar con ellas es tan profundo.
2.
Las necesidades son universales, las
compartimos con todos los seres humanos. Es un espacio de igualdad, de conexión
horizontal.
3.
¿Las necesidades son buenas o malas?
Muchas personas diferencian entre necesidades, deseos y cosas que quiero tener.
También las diferencian entre apropiadas e inapropiadas, responsables o
irresponsables. Pensar de esta manera nos aleja. Si quieres manipular el
comportamiento del otro puede funcionarte, si quieres desarrollar tu capacidad
compasiva no te ayudará.
4.
Las necesidades no son estrategias. Si
diferencio mis necesidades de las formas en que decido satisfacer mis
necesidades, tendremos más oportunidades de satisfacerlas de una manera
compasiva e integradora de otras partes tuyas propias u otras personas. Esto
puede ayudarte a cambiar la forma de ver cada conflicto y cada acción humana.
Es lo que llamamos pasar del mundo de la escasez al mundo de la abundancia.
5.
Las necesidades no conflictúan,
conflictúan las estratégias. Mirar hacia las necesidades abre mi perspectiva,
cabemos todas. Si miramos la estrategia tengo sólo dos posibilidades, hacerla o
no.
Traducir juicios a necesidades, conectar
sentimeintos con necesidades, mirar los hechos y que necesito, son los
caminos para tomar conciencia de las necesidades. Hacerlo interiormente y
exteriormente es el respirar de la empatía.
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